1.
Revisión
de la fundamentación sociológica (Augusto Comnte; Max Weber y Emilie Durkheim)
Dentro
del presente apartado, tal como se previno, se abordaran esencialmente tres
teóricos de impacto profundo en el ámbito de la sociología. La razón es dotar
al estudiante de maestría de la curiosidad de desarrollos que han llevado a
cabo autores del calado de Weber o Durkheim, quienes han revolucionado el mundo
de la sociología moderna, claro la presente revisión no intenta ser exhaustiva
y mostrar todos los autores y escuelas existentes en la materia, sino
introducir al jurista en la gama de interpretaciones y aportaciones de carácter
sociológico general.
Así pues, comenzaré esta reflexión con
Augusto Comnte, quien comenzó por preguntarse la fórmula para obtener el orden
social que requería una sociedad como la francesa posrevolucionaria, que como
se conoce cayó en un momento de anarquía bajo el directorio de Robespierre, por ende, Comnte notó que
la sociedad pretendía obtener un cambio social mediante la redacción de una
nueva Constitución y no mediante un análisis estructural de la sociedad, tal
como lo expresó de la siguiente manera:
La multiplicidad de las pretendidas
constituciones creadas por los pueblos desde el comienzo de las crisis, y la
minuciosidad excesiva de la redacción que se encuentra más o menos en todas,
serían bastantes por sí solas para demostrar, con toda evidencia, a todo
espíritu capaz de juzgarlas, cómo se han desconocido hasta el presente la
naturaleza y dificultad de la formación de un plan reorganizador. Cuando la
sociedad esté realmente reorganizada,
será motivo profundo de asombro para nuestros nietos el que se hayan
producido en un intervalo de treinta años diez constituciones, siempre
proclamadas, una tras otra, como eternas
e irrevocables, muchas de las cuales contienen más de doscientos artículos muy
detallados, sin contar las leyes orgánicas que se relacionan con ellos.[1]
En otras palabras, desconfió de una formación
impuesta mediante normas jurídicas, pues bajo su consideración no existían
elementos suficientes socialmente hablando para poner orden en la sociedad. De
ahí surgió la necesidad de comprender a la sociedad con una intención de orden,
sin embargo, en Comnte se anidó una preocupación legítima para no ver más los
excesos del directorio que generó
terror en la etapa posrevolucionaria[2], dicho interés se basó en
atender no solamente las especulaciones del espíritu que revelen las relaciones
sociales que existen, sino además contar con la aplicación práctica con la
correcta distribución del poder y las medidas administrativas adecuadas.[3]
En ese sentido, Comnte apostó por una
transformación social de un estado de guerra y lucha por el poder a uno que se
enfoque en la industrialización. Por ello, Comnte considera como un mecanismo
de medición de las sociedades primitivas del grado de civilización que se tiene
son: la división del trabajo y la combinación de esfuerzos para dominar la
materia.[4]
De tal manera que, Comnte aportó la
unificación de un método, que transformara la sociedad en general y abarcara la
mayoría de disciplinas, decidiendo que el adjetivo correcto sería filosofía
positiva.
El cambio no fue inmediato, según la
concepción de Comnte, el conocimiento en la humanidad ha pasado por tres etapas
fundamentales. Respecto del primer método, denominado teológico me parece de interpretación de la
realidad, el autor señala que el hombre busca la respuesta a fenómenos mediante
una indagatoria interna, donde se
desprende una captación de la realidad mediante los sentidos del observador,
sin embargo, el origen de dichos fenómenos se imputó generalmente a monstruos
mitológicos o entes sobrenaturales.
Dentro de la segunda vertiente, denominada
como metafísica, se le imputó también a entelequias la responsabilidad de las
acciones humanas, sin embargo, dichas entidades abstractas tienen una actuación
real en el mundo concreto, pero difícilmente se puede atribuir la
responsabilidad a los autores.
Por último, el estado positivo, que se funda
en una serie de razonamientos y observaciones, llegar a conocer las leyes
efectivas del universo, especialmente sus relaciones invariables de sucesión y
similitud. En otras palabras, la explicación entre fenómenos particulares y
hechos generales, revelados por la ciencia.[5]
En
otras palabras, Comnte considera un proceso evolucionista lineal, donde
aparentemente el pensamiento teológico es considerado como retrógrado,
principalmente por la falta de elementos empíricos para sustentar sus tesis.
Por lo contrario, el estadio científico es observado como un modelo donde impera la validación o
falsación de las hipótesis con el análisis empírico. Ergo, considero no debe
ser tan lineal, pues implicaría necesariamente una concepción, desde la
perspectiva etnocentrista, como un modelo con mayor desarrollo civilizatorio
que otro.
Dentro de su argumentación, el autor señala
que las aportaciones más importantes de la sociología, además del método
unificado, como el de la ciencia positiva es el siguiente:
El carácter fundamental de la filosofía positiva consiste en captar todos
los fenómenos como sujetos a leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento
preciso y reducción al menor número posible son la meta de todo nuestros
esfuerzos, considerando como absolutamente inaccesibles para nosotros y vacía
del sentido la búsqueda de lo que se llaman causas, sean primeras, sean,
finales.[6]
Lo que implica que el método sociológico
además de analizar a la sociedad con la finalidad de dotarla de un orden
intelectual, es realizar un estudio de los fenómenos sociales con la finalidad
de emanar las leyes que rigen tales fenómenos y dotar al hombre de una
explicación racional de los mismos.
Otro autor para discutir en el presente
trabajo es Max Weber, quien mediante sendos trabajos como fue el caso de obras como Economía y Sociedad, la ética
protestante y el espíritu del capitalismo, estableció las bases de la sociología
contemporánea.
Weber advirtió sobre la multiplicidad de
acepciones del término sociología, sin embargo, definió a la misma como: “una
ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa
manera explicarla causalmente en su desarrollo y sus efectos”[7], lo que implicó darle un
valor mayor a la acción social, incluso sobre la estructura social, porque en
términos weberianos sería este
movimiento lo que revelaría la posible explicación de los hechos sociales.
Para ello, Weber distingue dos sentidos
fundamentales que guían la acción humana, uno de carácter objetivo, cuya finalidad
es describir de manera exacta el hechos o la acción, y otro, quizá el de mayor
riqueza heurística denominado sentido mentado,
dicha acción tiene como caracterizaciones los siguientes elementos, que se
dé en un hecho históricamente determinado considerando el lugar, tiempo,
contexto para explicar la acción social,
y la otra es como un tipo ideal
cuyo objetivo es dotar interpretar las razones de los actores sociales.[8]
En ese sentido, Weber estableció los
motivos que podrían tener las acciones, aclarando que de manera genérica
podrían ser racionales o incluso irracionales. Dentro de la clasificación de
las racionales se estableció las que contienen arreglo a fines, independientemente
de las finalidades del actor, dichas acciones se encuentran orientadas por la
razón.
Contrario a ello, las irracionales son
establecidas mediante tres modalidades:
a) Con
arreglo a valores, donde éstos guían la acción sin importar la finalidad del
actor;
b) Con
arreglo e elementos sentimentales o estéticos, que producen un efecto en el
actor sin importar el fin;
c) Con
arreglo a la tradición, donde se cumple con la creencia de que su observancia
depende la existencia de un bien de salvación.[9]
Como
el autor ha denominado a su teoría, la misma tiene como método fundamental la empatía o el “ponerse en los zapatos del
otro”, lo que implica lograr la comprensión de los hechos sociales mediante las
temáticas de tipo ideal que se proponen, y que nos auxiliarán para poder explicar
las acciones con efectos sociales.
Debemos reconocer que, Weber demostró una
serie de acciones que tal vez no se encuentran actualmente reconocidas como
actos jurídicos, pero que en un momento y tiempo, dentro de determinadas
culturas fueron derechos reconocidos, lo que implicó que las consecuencias
sociales de los actos humanos son más amplios tal vez que las tipificaciones
jurídicas, lo que nos permite abrir un ojo quizá más sociológico que reconoce
no la validez o invalidez de las normas sino nos dota de herramientas para
explicar la realidad social.
Por último, se incluye el análisis de Emilie
Durkheim, quien es considerado como uno de los fundadores de la sociología
francesa, y quien nos demostró la importancia de la misma bajo el análisis de
los hechos sociales.
Le importó la manera de pensar, actuar y
sentir de los actores sociales, pero no motivados por su individualismo, sino
presionados por las estructuras sociales cuyo incumplimiento implicaba
sanciones, definiendo Durkheim que dicha presión o sistema emanaba de la
sociedad de manera exterior, lo que implica observable, y ejercía poder sobre
los actos del individuo, más allá de los motivos biológicos o psicológicos del
mismo. En ese sentido, Durkheim define a los hechos sociales como:
Es hecho social toda
manera de hacer, fija o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una
coacción exterior; o también, que es general dentro de la extensión de una
sociedad dada a la vez que tiene una existencia propia, independiente de sus
manifestaciones individuales.[10]
Tal
como se ha descrito a Durkheim, le interesó profundamente las sanciones
sociales o la presión social que, sin tener un pleno reconocimiento de la norma
positiva, no podemos negar su existencia en el mundo social.
Sin embargo, para poder observar y
validar dichos hechos sociales,
Durkheim nos planteó en su tesis principal las reglas necesarias para
identificarlos y explicarlos.
Respecto a la observación de los hechos sociales, Durkheim reflexionó
respecto a la manera en que debemos mirar, descubrir, comparar los hechos sociales, todo ello alejado lo
más posible de nuestros prejuicios ideológicos que podrían condicionar o
distorsionar la realidad, desde luego, no es tarea fácil convertir a los hechos
como datos que se utilizarán para explicar la realidad.[11] Por ello, Durkheim nos
recomienda las siguientes reglas para observar los hechos social, a saber:
a) Es
preciso descartar todas las nociones previas.
Al
respecto Durkheim señala, en esencia, una vez que discutió teóricamente con
posturas como la de Descartes y Bacon, la necesidad de obtener resultados
mediante la observación directa del fenómeno, pero no bajo concepciones
preliminares que probablemente no contengan reglas metodológicas de captación
de la realidad, por ello, desde su perspectiva debemos desconfiar de estudios
elaborados al margen de nuestro diseño metódico.
La finalidad principal de estas
prevenciones, es contar con un conocimiento “científico”, considerando éste
como la interpretación empírica de los hechos captados por nuestros
instrumentos diseñados bajo la óptica metodológica de nuestra investigación.
b) No tomar jamás por objeto de las
investigaciones más que un grupo de fenómenos previamente definidos por ciertos
caracteres exteriores que le son comunes
e incluir en la misma investigación
a todos los que respondan a esta definición;
Lo
que implica que, debemos ser selectivos sobre el fenómeno que se estudiará,
porque los objetos de investigación en sociología deberán ser todos aquellos
que impacten de alguna manera el ámbito de las relaciones sociales o
estructuras de la sociedad.
c) El
sociólogo debe mirar los hechos de una manera objetiva y aislada, alejado de
prejuicios individuales.[12]
De tal manera que, el
sociólogo debe ponderar los hechos sociales como aquellos actos emanados de la
sociedad, y que adquieren su relevancia al constituirse una fuerza exterior al
hombre, sin embargo, dicha fuerza es emanada del conjunto de personas que viven
en sociedad.
También Durkheim, señaló que debe
distinguirse lo patológico de lo normal en el análisis de los pueblos, pues,
independientemente del proceso específico que viva se debe considerar para la
clasificación considerando su etapa correspondiente en relación a otras
poblaciones, y siguiendo las reglas que propone Durkheim, consistentes en la
clasificación de las poblaciones más evolucionadas; que pueda comprobarse los
resultados atendiendo al tipo de vida colectiva; la comprobación es necesaria
cuando se trata de una población que no ha logrado su desarrollo integral.[13]
Al respecto, se puede señalar que Durkheim
está influenciado por la corriente teórica de Comnte, al cometer el mismo error
y pensar que el desarrollo de las sociedades es lineal, es decir, como si el
industrialismo fuera la etapa de desarrollo más avanzada de la sociedad y todos
los pueblos aspiraran a dicha meta, lo que particularmente me parece
incorrecto, desde dos puntos de vista, por una parte en las poblaciones con
industrialización no necesariamente ha sido mejor el nivel de vida de la
población, y por otra, vanagloriaríamos un modelo económico como el capitalismo
que tampoco necesariamente ha sido exitoso en cuanto a disminuir las
desigualdades de la población.
Durkheim en su análisis continúa señalando
que debe investigarse en la constitución de los hechos sociales las causas,
funciones y efectos del fenómeno social, así como distinguir los actos
individuales de los emanados del actor social, en otras palabras, aquellos que
surgen de la individualidad de la persona y su distinción de aquellos que
surgen bajo la presión o significado social, toda vez que las motivaciones de
la persona que ejerce los actos y la interpretación de los demás se encuentra
directamente en relación con los motivos de índole personal o social.[14]
Los primeros tendrán como finalidad
cumplir un deseo personal o estarán influidos por alguna emoción, empero, los
sociales serán motivados por la sociedad misma, y tendrán un significado
específico en el contexto, la finalidad será demostrar algo o influir de alguna
manera en las demás personas integrantes de la sociedad.
El método que propone Durkheim a diferencia
del propuesto por Comnte, quien afirmó que debía en la sociología utilizarse un
método histórico-comparativo, es criticado duramente por el primero al señalar
que en dicho método generalmente se escaparán algunos detalles, toda vez que es
difícil poder captar todos los elementos en la comparación de un pueblo a otro.
En cambio, el método de las diferencias concomitantes resulta con mayor bondad,
pues justamente al analizar algún fenómeno o población al comprobar que existen
diferencias o valores paralelos se podrá establecer que hay relaciones que
revelar, y es ahí donde radica la riqueza de los estudios sociológicos.
Por su parte, Timasheff expone que Durkheim
aportó no sólo las coacciones que ejercía la sociedad en sí misma, sino además
los efectos generales en el grupo que provocaban las coacciones sociales.[15] Pero Durkheim establece
los tipos de actos sociales que tienen impactos individuales, y sin embargo,
dichos actos no siempre son coincidentes ni mecánicos, quizá ahí es donde se
desprende su riqueza heurística.
Por último, Timasheff reseñó los
descubrimientos de Durkheim en el tema de la solidaridad social, en donde
encontró que existen dos tipos de solidaridad, la mecánica y la orgánica. La
primera está basada en la suma de creencias y sentimientos comunes. La segunda,
se centra en la división sociales del trabajo bajo el marco del desarrollo
tecnológico.
[1]
Comte, Augusto, La filosofía positiva, 10°
ed., Porrúa, México, 2011, p. 10.
[2] Al
respecto, profundiza sobre las
motivaciones de Comnte el autor Zea Leopoldo, El positivismo y la circunstancia mexicana, Fondo de Cultura
Económica, Lecturas mexicanas, número 81, México, 1985.
[3] Cfr. Comnte, Augusto, Op. Cit., p. 11-12.
[4] Cfr., ibídem, p. 14-15.
[5] Cfr. Ibídem, pp. 38-39.
[6] Ídem, p. 40.
[7]
Weber, Max, Economía y Sociedad. Esbozo
de sociología comprensiva, Trad. José Medina et. Al., 2 ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 5.
[8] Cfr., Ibídem, p. 6-7.
[9] Cfr., ibídem, p.27.
[10]
Durkheim, Emilie, Las reglas del método
sociológico, Colofon S. A. de C. V., México, 2011, p. 17.
[11] Cfr. Ibídem, p. 37.
[12] Loc. Cit.
[13] Ibídem, pp. 62-63.
[14] Ibídem, pp. 81-90.
[15]
Timasheff, Nichols, La teoría sociológica,
su naturaleza y desarrollo, Trad. Florentino M. Torner, Fondo de Cultura
Económica, México, 2012, pp. 142-143.
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