jueves, 8 de noviembre de 2018

Pensar diferente, un proceso de democratización del poder.



El viejo Thomas Hobbes realizando una crítica dura para Aristóteles señaló en su clásico libro el Leviatán que si bien es cierto el fin de los hombres era la felicidad no la buscarían bajo el sello de la amistad, sino todo lo contrario bajo una guerra permanente entre éstos, por ello consideró necesario la creación de un monstruo metafísico denominado Estado.
   Bajo esa premisa en México a partir de las elecciones existe un constante enfrentamiento entre diversos grupos encabezados por funcionarios judiciales, banqueros y parte de la clase empresarial con el próximo gobierno y poder legislativo, parecería que los segundos buscan la destrucción de los primeros, tal como lo afirmó Hobbes el hombre es el lobo del hombre.
    Sin embargo, olvidamos la premisa principal que nos puso en este punto ahora irónicamente de origen helénico: La democracia. Es decir, ¿acaso treinta millones de mexicanos que votaron por esa idea no tienen relevancia? ¿acaso treinta millones de mexicanos se encuentran en un error?
    Por el momento una respuesta sería adelantada, pues la historia será quien deberá juzgar la decisión correcta o incorrecta de esos treinta millones de mexicanos. Lo que sí  debería ser relevante es buscar la causa más allá de lamentar los efectos, en otras palabras, qué hizo la estructura en el poder para llegar al desprecio o decepción del sistema actual.
      Vayamos más al fondo. Qué hizo el Poder Judicial Federal para generar la desconfianza de los mexicanos o si lo pensamos de otra manera qué dejó de hacer el Poder Judicial Federal para ser rechazado por treinta millones de mexicanos, qué hicieron o dejaron de hacer la clase empresarial, el partido en el poder o la oposición clásica para que ascendieran los acérrimos rivales.
     La respuesta podría ser más simple de lo que parece, no la única pero quizá la más convincente: por un lado bajo la vieja premisa de Hobbes ser los lobos de los hombres, pero además de ello y quizá lo más grave dejarse llevar por la indiferencia como regla general.
    Ante ello, existen dos posibles salidas (no las únicas), por un lado, seguir bajo la arenga negativa y señalar que es simple venganza contra quienes se dicen los pilares del sistema mexicano actual o cambiar la actitud y pensar diferente… reflexionar y analizar los errores con el objeto de mejorar y convencer que tal vez solo tal vez treinta millones no se equivocaron y manifestaron que las cosas no estaban como pensábamos.

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