Al maestro Carlos H. Durand Alcántara, por su
empeño
en la formación de espíritus revolucionarios.
Sumario: 1. Introducción / 2. Los intelectuales
orgánicos y la escuela revolucionaria/ 4. El manifiesto del PLM: como primer
planteamiento revolucionario/ 5. El plan de Ayala: como respuesta al plan
burgués de San Luís/ 6. La declaración social de 1917: ¿conclusión de la
revolución? / 7. A
manera de conclusión/ 8 Bibliografía.
- Introducción
El
presente estudio pretende analizar las posiciones de algunos actores
revolucionarios, así como las corrientes teóricas que influyeron en su
pensamiento, tal análisis se obtendrá, elementalmente, de la reflexión de
ciertos aspectos de dos documentos revolucionarios: El manifiesto del partido liberal mexicano y El plan de Ayala, bajo el método de la dogmática jurídica en la
línea de sistematización[1]. Se
toman tales documentos por considerarse como elementos trascendentes que
marcaron las directrices de un movimiento que más allá de buscar intereses
individualistas plantearon una nueva Nación de tinte social e igualitario que,
sin embargo, para algunos fue una simple revolución de papel ó interrumpida.[2]
La revolución
mexicana al igual que otros movimientos
armados en México, es un intento de emancipación e inclusión por parte
de las clases más vulnerables de la sociedad, que ha pesar de haber transitado
por diferentes momentos no ha podido consolidarse en un verdadero cambio que
reivindique la condición de los sujetos olvidados de forma sistemática por
todas las instituciones nacionales.
Al respecto cabe mencionar, los
escenarios pasados en la memoria de la nación, como fueron, entre otros el
movimiento liberal de las leyes de reforma, en donde un conjunto de hombres
preocupados por la situación de la patria la liberaron de los dogmas
enajenantes de la Iglesia ,
asimismo resaltaron el humanismo social, donde personas como Ignacio Ramírez[3]
plantearon de cierta forma al Estado como una beneficencia social, que
estuviera a la orden de los menesterosos y débiles. Aunque es necesario
resaltar que aquéllos ideales no triunfaron, pues, la mayoría constituyente de
aquél 1856 consideró que al tutelar los
derechos del individuo también se protegerían los de la sociedad.
Posteriormente, bajo el régimen golpista de
Porfirio Díaz, la consigna principal de aquél gobierno fue el “orden y
progreso”, aspecto que si bien, por una
parte, ayudó al país a salir adelante económicamente, por otra, fue a costa de
los sectores de la población más necesitados.
Así entonces, surge el movimiento armado revolucionario, que en un
primer momento tendría como premisa fundamental los idearios burgueses, cuya
dirigencia se ostentaría en un programa “moderado” denominado Plan de San Luis
emitido por Francisco Indalecio Madero, hombre pequeño-burgués y especialista
en Administración de Empresas, quien indudablemente no buscó, como varios
personajes de la historia mexicana, eliminar la evidente desigualdad social.
En ese contexto fue que surgió dentro
de la Revolución
el poder de las masas, quienes bajo las dirigencias auténticas de
Emiliano Zapata, Francisco Villa (Doroteo Arango)[4],
Ricardo Flores Magón, Antonio Díaz Soto y Gama, Librado Rivera, entre otros,
encausaron las premisas campesino-obreras esencialmente, aunque no dejaron de
hacer un planteamiento en general de la sociedad mexicana.
2. Los intelectuales orgánicos y la escuela
revolucionaria
El
papel de los intelectuales orgánicos en el sentido gramsciano dentro de la
sociedad es generar crítica en torno a las instituciones que
conforman ésta con la finalidad de despertar una conciencia dentro de sus
integrantes, por medio de la formación de teorías que analicen de manera
objetiva las condiciones reales y materiales de la comunidad, confrontándolas
con la justificación o engaño ideológico por parte de la clase dominante. Sin
embargo, existe también un sector de
intelectuales que justifican el actuar del Estado, quienes bajo el manto de ciencia, confunden a las
masas con sofismas falaces, y pretenden demostrar una razón universal,
desacreditando cualquier posición contraria a sus intereses, tal
como lo define Louis Althusser: “(La) ciencia no habla de filosofías sino
concepciones del mundo… la lucha filosófica es la lucha entre dos grandes
tendencias de las concepciones del mundo”[5] Es decir hay dos grandes fuerzas productoras
de teorías que pretenden explicar el mundo externo en relación a la población
en general, a fin de dirigir su acción
en el sentido correcto, el idealismo y el materialismo; claro para cada parte[6], lo
que puede resultar tentador para la clase explotadora, tal vez es perjudicial
para la clase obrera y viceversa, aunque cabe señalar que quien impone los
ordenamientos con la falacia del “interés común” es la clase burguesa. Luego
entonces ésta imputa su fuerza por medio de un sistema que domina mediante
instrumentos ideológicos que se derivan del Derecho, la Economía y Sociología,
entre otras disciplinas, pretendiendo confundir a la clase obrera que no está plenamente
conciente del sistema explotador en el que se encuentran. Es por ello que el
papel de los intelectuales orgánicos críticos es de vital trascendencia, ya que
de cierta forma advierten al obrero y al
campesino, las argucias retóricas de un sistema que los mantiene controlados
con rituales mentirosos y excesivas
formalidades para legitimar el engaño.
En el caso de la Revolución mexicana, nos parece trascendente
señalar el club liberal Ponciano Arriaga,
el cual fue fundado (1900) por Camilo Arriaga[7]
(1864-1945), quien había sufrido reveses en sus intereses particulares, por
parte del gobierno de Porfirio Díaz. Por tanto, consideraba que tenía que
hacerse un cambió en las políticas económicas del país, además de estar en
concordancia con las ideas de teóricos anarquistas y socialistas, debido a la
influencia de “…las obras de Prohudon, Marx, Engels, Bakunin y otros…”[8], textos del extranjero que trajo a México, con
el objeto de organizar reuniones en su casa para compartir y discutir tales
ideas entre los miembros del club, dentro de los que destacaron: Juan Sarabia,
Librado Rivera, Antonio Díaz Soto y Gama, Ricardo, Jesús y Enrique, Flores Magón.
Ahora bien, la finalidad y existencia de
tal club liberale fue el formar círculos de estudio, donde despertaran la
conciencia de la sociedad mexicana; en especial la de los grupos de la clase
baja, pues ellos eran los más afectados por el régimen dictatorial. Sin embargo
los creadores de dichos círculos jamás se imaginaron que ahí se formaron
activistas que más adelante dirigieron a
la clase obrera hacía la Revolución , por ejemplo Manuel Dieguez (huelga de
cananea y ejercito de noroeste) ó Antonio Díaz Soto y Gama (asesor del ejercito
revolucionario del sur).
Una de las teorías clave en los que se
fundaron los intelectuales orgánicos de la revolución, aunque de manera
indirecta, fue la marxista, en especial dentro de la concepción
revolucionaria:
…La lucha es entablada por obreros aislados, después,
por los obreros de una misma fabrica, más tarde, por los obreros del mismo
oficio de la localidad contra el burgués individual que los explota
directamente[9]
Luego
entonces, la clase trabajadora se va organizando de acuerdo a las estrategias
más elaboradas, algunas propuestas por el
Manifiesto Comunista:
Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los
burgueses y (se) activan en común para la
defensa de sus salarios. Llegan hasta formar asociaciones permanentes
para asegurar los medios necesarios, en previsión de estos choques eventuales.[10]
Cabe
destacar que la teoría marxista-leninista se fundamenta en dos elementos
principales, por un lado, el materialismo histórico, el cual analiza los
elementos económico-históricos de la sociedad de manera objetiva al paso de los
años, por otro, la dialéctica materialista, que a partir del materialismo
histórico define la estrategia del movimiento obrero en su actuar.[11]
Empero algunos revolucionarios mexicanos como Madero y Carranza sólo buscaron
reemplazar a la administración en turno. Por tanto, dentro de ese eje, no existieron como tales los intelectuales
puros, como es el caso de los socialistas, quienes estudian de forma crítica las
relaciones de explotación en las sociedades capitalistas.
3. El manifiesto del PLM: Como primer planteamiento
revolucionario
Dentro
de la lucha revolucionaria emanaron de las huestes campesinas y obreras
teóricos e ideólogos del sentir revolucionario, tal es el caso de los integrantes del Partido
Liberal Mexicano, quienes bajo la dirección del pequeño burgués Camilo Arriaga
formaron grupos de discusión política, con la finalidad de crear en las masas
una auténtica “conciencia” emancipadora de la explotación capital, aunque en su
inicio fueran de simple resistencia clerical. En un principio se les denominó con
el nombre del liberal “Ponciano Arriaga”[12], que
más tarde se convirtió en el Partido Liberal Mexicano cuyo programa “…estaba
sólidamente orientado hacia los trabajadores asalariados,”[13] entendidos
éstos, como aquéllos que no poseían medios de producción ni propiedades. En
consecuencia, tal proyecto tuvo una orientación política que coadyuvó con una
perspectiva diferente a la burguesa dentro de la revolución, con el objeto
único, de realizar un verdadero cambio
económico-social y equitativo.
De esta suerte, lo que inició solo como
un club de discusión intelectual, pronto se convirtió en la “cabeza” de un movimiento nacional alternativo de sociedad y
gobierno, toda vez que “…en presencia del riesgo posible de perder las
conquistas de nuestras revoluciones (independencia y reforma), se propone a los
liberales la organización de clubes liberales en constante relación entre si…”[14], que brindaba la oportunidad de difundir de
manera masiva las doctrinas imperantes en los círculos de estudio, para
organizar el cambio económico político que necesitaba el país, aunque fuera por
medio del movimiento armando, como los que se dieron en la plaza principal de
Jiménez , Coahuila y en Acayúcan, Veracruz en 1906, a cargo, el primero de Juan José Arredondo y
León Barra y el segundo por Hilario Salas.[15]
Sin embargo el gobierno inició una persecución sangrienta en contra de los
organizadores del PLM, ya que sus ideas y propaganda se fueron materializando en diferentes revueltas y movimientos huelguísticos[16].
Además de un programa que no sólo creo conciencias en las clases obrero-campesinas
de México, sino también de alguna manera, las bases de lo que fue la nueva Constitución
(1917). En efecto, dicho documento contenía propuestas concretas sobre reformas
a la ley suprema indispensables para un
gobierno tolerable, aunque por motivos específicos del presente estudio nos
concentraremos a la parte denominada Capital
y Trabajo, de donde se desprende la conciencia y preocupación que tenía el
PLM hacía la clase asalariada, debido a que se tratan aspectos que no se habían
señalado en la
Constitución del 57. Tal es el caso de derechos laborales
como: 1) salario; 2) jornada; 3) descanso dominical; 4) habitación; e 5)
higiene, entre otras.[17] Sin
embargo destaca la omisión que se refiere al derecho de asociación o de
sindicalización, asimismo el de huelga. Aunque cabe señalar la siguiente
hipótesis que sostengo, en que la anterior omisión no fue por la negligencia,
ni olvido del partido liberal, sino todo lo contrario en atención y respeto al
verdadero derecho sindical. Los propios
miembros del partido evitaron las medidas de reglamentación excesiva, en virtud
de que comprendieron que más que cualquier
prestación legal, la huelga es un legítimo recurso para la destrucción
de un sistema explotador, como es el caso del capitalista.
Por otra parte, no hicieron limitativos
los derechos laborales dentro del programa antes mencionado, toda vez que
dentro de los puntos generales dejan
implícita la intención de profundizar de manera especial sobre los temas
agrarios y laborales, claro una vez que tomen el poder, tal como se aprecia en
el punto número 51 del citado documento:
El primer
Congreso Nacional que funcione después de la caída de la dictadura anulará
todas las reformas hechas a nuestra constitución… por el gobierno de Porfirio Díaz; reformará
nuestra Carta Magna, en cuanto sea necesario para poner en vigor este programa;
creará las leyes que sean necesarias para cumplir el mismo objeto; reglamentará
los artículos de la
Constitución y de
otras leyes que lo requieran, y estudiará todas aquellas cuestiones que
considere de interés para la patria, ya sea que estén enunciadas o no en el
presente programa, y reforzará los puntos que aquí constan, especialmente en
materia de trabajo y de la tierra.[18]
De
lo anterior se desprende la intención por parte del PLM sobre la absoluta
necesidad por derrocar al gobierno porfirista, como consecuencia de los
múltiples abusos que en materia social sufrió la ciudadanía, y como medida
provisional el partido (PLM) propuso anular todas las acciones legales pero
ilegítimas de un gobierno golpista, como el de Porfirio Díaz, a efecto de que
no siguieran ocasionando daños mayores a los agraviados. En ese sentido también
se previó la facultad de reformar la antes mencionada ley suprema, sólo en
casos que sean indispensables para dirigir las políticas en convergencia con
los preceptos de dicho programa; es decir, que no abusaría de poder para
cambiar la constitución, sino que tales reformas se hicieran únicamente en las
materias que afectaran los intereses
plasmados dentro del manifiesto. Teóricamente éste surgió de las
necesidades que previamente fueron investigadas y analizadas por el grupo de
intelectuales que formaron parte del partido; por tanto, no se consideraba
necesario pasar más allá de las reformas previstas. Sin embargo deja abierta la
posibilidad de realizar otras reformas dentro del máximo ordenamiento, pero con
el requisito de incluir previamente una investigación por parte de los
intelectuales sobre problemas que consideren de una solución improrrogable,
aunque tales temas no se encuentren dentro de las directrices del programa.
Asimismo se plantea la necesidad de reforzar los principios que
benefician a las clases más desprotegidas por parte del gobierno, como es el
caso de los trabajadores y los campesinos.
En el caso de los trabajadores los puntos
son bastante claros, ya que
fundamentalmente se busca mejorar el salario y las condiciones generales de
trabajo, por otra parte, en cuanto a los
trabajadores del campo dicho manifiesto, si bien mencionaba las condiciones de
trabajo, lo hizo de manera muy limitada,
en consecuencia, no hay detalles
precisos sobre el trabajo. En el sentido de que según el manifiesto del
partido, el gobierno de manera
unilateral exigirá a todos los que cuenten con un terreno para trabajar que lo
hicieran producir, en caso de no
hacerlo será recuperado por él mismo
(propiedad originaria) para otorgárselo a otro individuo que tenga el interés
de explotarlo[19]; es decir, se
toma la producción agrícola como base
fundamental para el desarrollo del Estado.
Así pues, encontramos que ambos casos son
tratados de manera muy similar, en el sentido que el partido liberal los considera
trabajadores, aunque en el caso de los campesinos imperen condiciones
especiales, por la propia naturaleza del trabajo, homogeneidad que sería
elemento esencial de las clases que fueron el motor de la revolución
mexicana, ya que si bien es cierto que
esta fue elementalmente agraria, también lo es que la chispa que despertó la
conciencia revolucionaria y realizó los primeros movimientos de acción fue la
clase obrera. Por ello, es esencial que estas dos clases de manera
indispensable mantuvieran un contacto continuo y sistemático, a manera que se brindara apoyo en los momentos
que se necesiten a favor de la nación. Un ejemplo claro del cumplimiento de los ideales de lucha que
el PLM, es que planeo y propicio dos de
las más grandes huelgas nacionales: Cananea y Río Blanco, “en términos de
ideología, las revueltas de 1906 y 1908 buscaron cumplir el programa del PLM,
con especial hincapié en el código laboral y en la restitución de los ejidos…”[20]
A manera de recapitulación, la
finalidad de dicho programa fue derrocar el sistema autoritario de Porfirio
Díaz y, a partir de ahí construir un nuevo gobierno que satisficiera las
necesidades del pueblo; en ese sentido la ideología del partido liberal es el
principio de la reivindicación de los desposeídos y olvidados; es decir, de los
sectores que más desatención y explotación tuvieron dentro del régimen
autoritario, como son el caso de los campesinos y los obreros. Cabe destacar
que dentro del punto materia de análisis, se desprende que los integrantes del
PLM consideran al texto original de la constitución de 1857, cuando este
ordenamiento fue creado por gente eminentemente liberar con tendencias
capitalistas, en donde no existieron grandes aportaciones sobre protección
hacia los intereses de los incipientes trabajadores. Asimismo se dejó a un lado
el tema de los campesinos, quienes son obreros rurales, considerando a la
tierra como un medio de producción. Por otro lado se propuso el estudio de
todos aquellos problemas que fueran considerados fundamentales para la patria,
por tanto, la intención de los partidarios liberales no fue limitar de manera
dogmática sus premisas y concepciones del país, sino realizar una profunda
reforma dentro del mismo, con la finalidad de otorgar soluciones concretas y
legítimas a los gobernados.
En efecto, el
PLM fue uno de los motores ideológicos del movimiento revolucionario, en virtud
de que éstos planteaban realmente un
cambió radical en la estructura de
México, por medio de la lucha armada, prueba de ello fueron los movimientos
huelguísticos que se dieron en el año de 1906, ya que en ellos se vio plasmado
el sueño de los revolucionarios miembros del PLM, quienes buscaron la
realización de una utopía realizable.
4. El plan de Ayala: Respuesta al plan burgués de San Luís
Uno
de los principales problemas que aquejaron a la Nación , y en particular a
los habitantes de ésta, fue la cuestión de la propiedad. Tal como se desprende
de los estudios de Andrés Molina Enríquez, quien afirma que:”Todas las
planicies pertenecen a las Haciendas, y los pequeños centrote(sic.) población están remontados a las
montañas, o mejor dicho a los cerros… casi siempre desnudos de toda vegetación
que no sea la de su propio cultivo.”[21] De
lo anterior, se desprende un aspecto común dentro del régimen de Porfirio Díaz:
el monopolio de la tierra en manos, por un lado, de los criollos comerciantes, y por otro, de extranjeros, dejando al margen a los pueblos originarios de la
nación, quienes son los legítimos dueños de tales tierras, como se desprende
del principio jurídico, primero en tiempo
primero en derecho. Ahora bien, al configurarse
la revolución mexicana en el plan
burgués de Madero, denominado Plan de San
Luís, no podía faltar el tema de la propiedad, como se advierte en el
tercer párrafo del artículo 3:
3°…
Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos
pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus
terrenos, por acuerdo de la
Secretaría de de Fomento, o por fallos de tribunales de la República. Siendo
de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores de terrenos de que se les
despojó de un modo arbitrario, se declaran sujetas a revisión tales
disposiciones y fallos y se exigirá a los que los adquirieron de un modo tan
inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a sus primitivos propietarios, a
quienes pagarán también una indemnización por los prejuicios sufridos. Sólo en
caso de que esos terrenos hayan pasado a tercera persona antes de la
promulgación de este Plan, los antiguos propietarios recibirán indemnización de
aquellos en cuyo beneficio se verificó el despojo.[22]
Al
respecto, cabe señalar que tal como se deduce del párrafo anterior, la
intención de Madero, sólo es dar en revisión los actos jurídicos que se dieron
en perjuicio de los antiguos poseedores, a quienes considera desde su óptica
burguesa como pequeños propietarios; asimismo, el gobierno maderista pretendió respetar
la adquisición de terceros (aunque haya sido ilegítima) y obligar a los
propietarios originarios solamente a recibir una indemnización; es decir, no
asegura de ninguna manera la restitución de sus tierras a los legítimos dueños,
de forma tal, que la primera hipótesis que se desprende es la de los actos
arbitrarios a revisión , pues, otorga la presunción iuris tantum al ilegítimo
poseedor, cuando lo obvio sería confiscar absolutamente todos los bienes de los
enemigos de la revolución ó de quienes se han apoderado, por medio del gobierno
autoritario, de lo que no les pertenece. En segundo lugar, tal plan respeta la
adquisición de las propiedades que hayan sido adquiridas por terceros, en donde
sólo se les obliga al pago de una indemnización, entonces, surge la pregunta:
¿Qué pasará con aquéllos que ilegalmente obtuvieron la propiedad? ¿No se les
castigará? Y en todo caso, ¿El gobierno que emane del movimiento maderista,
permitirá actos jurídicos que surjan de la ilegalidad? Además
de la sumisión ante las potencias imperialistas que resaltan del
documento en análisis, pues, en el párrafo segundo del artículo 3°, se enuncia
inequívocamente: “En todo caso serán respetados los compromisos contraídos por
la administración porfirista con gobiernos y corporaciones extranjeras antes
del 20 del entrante.”[23] De
modo que, no importa el origen legal o ilegal de los compromisos, sean justos o
leoninos para el Estado y la sociedad,
el gobierno revolucionario tendrá que respetarlos.
Desde luego, el movimiento maderista fracasó,
aunque resulta interesante el análisis, desde el aspecto jurídico estudiado en
donde la respuesta y proyecto que postularon las huestes revolucionarias
auténticas al problema de la propiedad y de lo indígena, claro con su
respectiva posición y perspectiva. Para ello, es insoslayablemente necesario
entrar al estudio del Plan de Ayala, el cual se desprende de la junta
revolucionaria del Ejercito Libertador
del Sur, comandada por el mítico personaje Emiliano Zapata[24], quien fue electo dentro de las comunidades originarias
de cierta parte del Estado, particularmente de Anenecuilco el 12 de septiembre
de 1909.[25] Así pues, se estableció
una de las primeras direcciones realmente democráticas del Estado, no imposiciones
como las del gobernador Escandón.[26] Por
ende, la trascendencia del poblado de Morelos fue externar su voluntad fundada
en tradiciones comunales, que representan un icono de lo que fue una Revolución
eminentemente agraria. Por tales razones, nos parece importante mencionar el Plan de Ayala, el cual resulta
contrastante con el de San Luís, por
ser éste último de alguna manera burgués.
El documento antes mencionado, emitido
por el ejército suriano, no es más
que la expresión de las necesidades de la masa campesina, quienes no
encontraron cabida en el plan de San
Luís, y solamente se sintieron traicionados por Francisco Indalecio Madero,
pues, a éste se le ha llegado a acusar
por ciertos sectores de haber recibido incluso dinero de los ricos hacendados e
indirectamente del gobierno
norteamericano[27], y que por ello, obligó a
los revolucionarios a entregar sus armas en contubernio con el gobierno
impuesto provisionalmente en los Tratados de Ciudad Juárez; es decir, no
tuvieron principios revolucionarios sino simples ordenes imperialistas.[28]
El
proemio del Plan de Ayala postula:
… Don
Francisco I. Madero, el mismo que inició la precipitada Revolución, el cual
impuso por norma su voluntad e influencia al Gobierno Provisional del ex
Presidente de la República ,
licenciado Francisco L. de la
Barra , por haberlo aclamado el pueblo como su Libertador,
causado con este hecho reiterados derramamientos de sangre y multiplicadas
desgracias a la Patria
de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras que el satisfacer
sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo
desacato al cumplimiento de las leyes existentes.[29]
Luego
entonces, las masas campesinas declaran formalmente su emancipación al
liderazgo burgués, dando muestras fehacientes de su despertar de su “conciencia
de clase”, aunque, cabe aclarar que no por ello desecharon las premisas
reformistas del Plan de San Luís, ya
que aceptan la necesidad imperante de la Democracia , pero bajo un gobierno que reivindique lo
que pertenece a sus clases, quienes han sido despojados, expoliados y
humillados, desde la época colonial. En tal sentido, se declara como epicentro
de las legítimas demandas revolucionarias el artículo sexto del Plan en
análisis:
6°… los
terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados científicos o
caciques a la sombra de la tiranía y justicia venal entrarán en posesión de
estos bienes inmuebles desde luego los pueblos y ciudadanos que tengan sus
títulos correspondientes a estas propiedades, de las cuales han sido despojados
por mala fe de nuestros opresores, manteniendo en todo trance, con armas en
mano, la mencionada posesión…[30]
De
este modo, se deduce el espíritu
revolucionario, que otorga legitimación activa a todo aquél ciudadano o
pueblo que haya sido despojado de las tierras o aguas que le pertenecen a tomar
arma en mano tal posesión de manera inmediata, pues, como se desprende de tal
artículo existe una presunción legal, donde se invierte la carga de la prueba
hacia los terratenientes y cacíques, porque se entiende que aquéllos que se han
apoderado de las tierras y que no cuenten con un título de propiedad idóneo,
serán presumidas como poseedoras de mala fe; es decir, otorga derechos tanto
individuales como colectivos, ha quienes hayan sido despojados de sus
propiedades, dando así respuesta a uno de los principales motivos de la Revolución : La
propiedad.
5. La declaración social de 1917: ¿conclusión de la
revolución?
A
partir del manifiesto del Partido Liberal
Mexicano y del Plan de Ayala, podemos definir que inició la
verdadera Revolución, aquélla que tuvo por finalidad el crear instituciones
equitativas para las clases desprotegidas, como es el caso de los obreros y los
campesinos, hacia los organismos ineficaces de una dictadura que hicieron de la Nación un monopolio de
privilegios. Por ello, fue necesaria la creación de un nueva Constitución, toda
vez que las leyes emanadas de la constitución del 57 procuraron solamente
principios de libertad fundadas en teorías solamente individualistas, tal es el
caso del derecho al trabajo, en donde sólo se garantizó la libertad de trabajo[31], plasmado en su
artículo 5º, siendo éste muy limitado, pues, no otorgaba amparo alguno para los
trabajadores del siglo XIX en cuestiones laborales colectivas o de seguridad
social, por tanto, existió una incongruencia inaceptable dentro de la
estructura jurídica en relación con la realidad que vivieron los trabajadores
de esos tiempos, por mencionar algunos. Entonces, fue necesario formar un nuevo
orden legal, que estuviera más acorde con los retos que se presentaban a raíz
de la inminente industrialización y con la finalidad de acercar lo más
posible los conceptos de justicia y
legalidad, tal como lo señala el Dr. Mario de la Cueva :
Toda doctrina que no es parte de la vida… (es) un
ocultamiento de la vida, de sus necesidades y de sus aspiraciones. Mayor es el
daño (que hace) la teoría pura del derecho, ese positivismo
nihilista, esa fuga ante la vida y ante sus problemas, que conduce a la justificación
de los regímenes totalitarios y gorilatos de América y Asia.[32]
Es
decir, la función del derecho que sólo cumplió con justificar los actos de un
soberano totalitario entró en decadencia, generando descontento y necesidad de investigar y proponer nuevas
alternativas, por parte tanto de los ideólogos-juristas como de la población
común, que cumplieran con las expectativas que exigieron tanto el movimiento
obrero y campesino como la sociedad en general.
Luego entonces, fue necesaria la creación
de nuevos conceptos de sociedad y sus derechos, que desde ahora en adelante no
serían únicamente protectores del gobierno y de las clases privilegiadas, sino
también de las clases vulnerables, quienes hacían uso de una
de las más grandes virtudes de la sociedad: la organización.
En efecto prueba fehaciente de lo anterior
es “… la primera Revolución social del siglo XX y (que) encontró en la Constitución de 1917
su más bella cristalización histórica…”[33], en
ese sentido se puede establecer que la revolución mexicana buscó un cambio,
dentro del que se respetaran derechos mínimos de la sociedad en general, como
son:
a) Derecho a la
tierra.- En el que se asegurara a los individuos el derecho de propiedad, pero
no en el sentido de la burguesía,
sino del concepto socializante; es decir, que se asegurará a
cualquier hombre un medio de producción digno, siempre y cuando la trabajara.
b) Derecho al
trabajo.- En el que se le otorgaran al ciudadano no sólo el derecho a elegir
libremente la profesión o arte, sino que se le asegure un medio de subsistencia
y protección económica y social para él y su familia.
c) Derecho a la
organización.- un derecho de plena importancia dentro de una sociedad que
admite desigualdades sociales, como es la mexicana, ya que por esta vía se puede aspirar a un mayor
equilibrio de la sociedad.
De
lo anterior se deduce un derecho con reglas mínimas que aseguren el desarrollo
de una sociedad relativamente justa, sin embargo no ideal , porque aún con las directrices fijadas no se elimina por completo
el sistema de explotación capitalista, aunque se da un primer paso a la
socialización tanto de los medios de producción como de la tierra, por tanto,
digamos que es un breve acercamiento hacía una sociedad con sentido de justicia social, otorgando un
sentimiento de igualdad entre los ciudadanos, característica que no ha podido
cumplir el modelo legal burgués. Ahora bien, en México la forma en que esto se
realizó fue mediante la Constitución
de 1917, gracias a las intervenciones de diversos integrantes del Congreso
constituyente[34] que logró entender, de
alguna manera, el sentido real de la Revolución , tal es el caso de Alfonso Cravioto
que en discurso ante la cámara de diputados dijo:
…así como en Francia,
después de su revolución , ha tenido el alto honor de consagrar en la primera
de sus cartas magnas los inmortales derechos del hombre, así la revolución
mexicana tendrá el orgullo legítimo de mostrar al mundo que es la primera en
consignar en una constitución los sagrados derechos de los obreros.[35]
Lo
que hace presunción de cierta conciencia del constituyente sobre el acto que
realizó, otorgando por primera vez en el mundo dentro de una Constitución
derechos a las clases oprimidas; es decir, cambiar parte de un sistema impuesto en todos los ámbitos, aunque sólo en
el campo de la superestructura, ya
que como es sabido estas libertades no fueron más que una salida, dentro del
mismo sistema, a una crisis imperante que llevaría a una real transformación[36],
empero, México fue el salvador de las tendencias que se avecinaban, en el
sentido de que logró dominar una vez más mediante el modelo ideológico a una
sociedad que salió con armas en mano para lograr un cambio auténtico y no
obtuvo más que el reconocimiento de una Ley
formal.
De
la reflexión del presente estudio, se puede destacar que la Revolución mexicana, como es sabido, fue
eminentemente burguesa, pues, nunca se postuló como elemento principal la
desaparición de la propiedad privada y
de los grandes medios de producción y su socialización. Sin embargo, sí
se formularon ciertos ideales de las masas campesinas y obreras, como es el
caso del Plan de Ayala ó del Programa del
Partido Liberal Mexicano, en donde se exponen demandas concretas e
inmediatas, como son: el reparto agrario y
las condiciones mínimas laborales, entre otros puntos.
Empero, no se realizó el objetivo común a
largo plazo, el cual fue generar un nuevo Estado en donde las masas fueran
incluidas, porque no contaron con un plan a ese plazo, aunque, si mostraron la
capacidad de organización y lucha, por ello, hoy en día existe una cierta nostalgia
revolucionaria, que se expresa por medio de movimientos urbanos campesino y
obreros. Al respecto, cabe recordar el éxito de los movimientos en 1994 del
Ejercito Zapatista de Liberación Nacional[37] ó de 2006 a la fecha el movimiento López-Obradorista
que proponen, entre otras cosas, la extinción de los sistemas de privilegio
oligárquicos en la Nación ,
así como un cambio ó reforma en la estructura económica de México (capitalista).
Por lo tanto, considero necesario retomar
aquéllos movimientos e ideales revolucionarios, que más allá de ser textos
constitucionales, sean los principios generales y éticos de todo el país. Así
pues, la mayoría de las interpretaciones
estudios y propuestas, jurídicas, sociológicas, económicas y políticas de aquél
Estado del pueblo mexicano deberían
enfocarse al desarrollo de bases derivadas de paradigmas reivindicativos como
fueron: el zapatismo, el villismo o el
magonismo, y así completar lo que debió
ser una verdadera Revolución Social.
7. Bibliografía
-Althusser, Louis, La
filosofía como arma de la revolución, 13°, Cuadernos de pasado y presente,
México, 1983.
-Córdova, Arnoldo, La
ideología de la revolución mexicana, La formación de un nuevo régimen, México,
IIS, UNAM, 1973.
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Documentos históricos
-Plan de Ayala
-Manifiesto del Partido Liberal
Mexicano
-Plan de San Luís
* Candidato a Maestro en Estudios Sociales, con la línea en Estudios
Laborales por la UAM-I ;
Miembro del Grupo de investigación en Derechos Humanos y Marginalidad,
UAM-A.
[1] Véase, Hernández Estévez,
Sandra Luz y López Durán Rosalío, Técnicas
de investigación jurídica, 2° ed., [colección textos jurídicos], Oxford,
México, 2004, pp. 36-38.
[2] Bulnes, Francisco, citado por:
González Navarro, Moisés, “La ideología de la revolución mexicana”, dentro de ¿Ha muerto la revolución mexicana?, [
Trad. Héctor David Torres], 3° ed.,
Premia Editora, México,[La red de Jonas], 1981, p. 172.
[3] “De las intervenciones parlamentarias solo destaca la de Ignacio
Ramírez, el Nigromante, que censuró el menosprecio por la consideración de los derechos laborales, exigiendo la
necesidad de reconocer el derecho de los trabajadores a la participación de
utilidades: aportación visionaria que no fue aprobada por los constituyentes”,
Santos Azuela, Héctor, “Genealogía y perspectivas del sindicalismo y el derecho
sindical en México”, en: Alegatos, número 73,
septiembre-diciembre, UAM-A, 2009, p.523.
[4] “Las figuras de Emiliano Zapata y Pancho Villa son diáfanas y nítidas,
y sus grandes sombras claras, como jefes de la época heroica de una Revolución
que aún no ha terminado, cubren todavía la vida entera de México porque siguen
vivas en las mentes de su pueblo.” Gilly Adolfo, La revolución interrumpida, 4° ed. , El caballito, México, 1974, p.
III.
[5] La filosofía de la revolución.,
13°, Cuadernos de pasado y presente, México, 1983. p. 17.
[6] Una la proletaria y la otra la burguesa, la primera mediante la
dialéctica materialista y la segunda con
la dialéctica idealista.
[7] Ingeniero de minas, radicado en San Luís Potosí, de familia
oligárquica, cuyo padre era don Benigno Arriaga, sobrino de don Ponciano
Arriaga, quien fue senador en dos ocasiones, cfr. Crockcroft, James D, Precursores
intelectuales de la revolución mexicana (1900-1913), [Trad. Maria Eunice
Barrales], Siglo XXI, México, 1985, p.
63.
[8] Ibíd, p. 64.
[9] Marx, Karl, “Manifiesto Comunista” en Marx K. y Engels F., en obras escogidas, progreso, Moscú, 1969,
p. 41.
[10] Ibíd, p.42.
[11] Véase, Konstantinov F., et. al., Fundamentos de filosofía marxista-
leninista, [Trad. L. Vládov], Progreso, Moscú, 1982, pp. 46-65.
[12] “…el 30 de agosto de 1900, Camilo Arriaga publicó su manifiesto
<<Invitación al partido Liberal>>, denunciando el resurgimiento del
clericalismo bajo el porfiriato…” ,
Crockcroft, James D., Op. cit., p.
87.
[13] Ibíd. p. 127.
[14] Córdova, Arnaldo, La ideología
de la revolución mexicana, La formación de un nuevo régimen, México,
IIS, UNAM, 1973, p. 88.
[16] Véase, Mancidor, José, Síntesis histórica del movimiento social en
México, 2°, CEHSMO, México,[cuadernos obreros, número 10], 1976,
pp. 25-32.
[17] Ibíd, p. 223-224.
[18] Ibid., [señalo que el subrayado es mío ] p. 225.
[20] Crockcroft, James, Op. cit., p.135.
[21] Los grandes problemas
nacionales, Instituto Nacional de la Juventud , México, 1964, p.105.
[22] [Anexo], en: Córdova, Arnaldo, Op.
cit. p. 431.
[23] Loc. cit.
[24] “…la dirección del
movimiento del sur no fue una dirección burguesa, sino desde el comienzo una
dirección campesina con rasgos cada vez más independientes a partir de la jefatura
de Zapata.” Gilly, Adolfo, Op. cit., p.57.
[26] Algunos estudios históricos señalan el fraude electoral que sufrió
Patricio Leyva a manos de Pablo Escandon
en las elecciones para gobernador del Estado de Morelos en 1909:Véase, Womack, John Jr., Zapata y la Revolución Mexicana , [Trad.
Fransisco González Aramburu], SEP-Siglo XXI, México, 1985, pp. 8-35.
[27] Gilly, Adolfo, Op. cit.,p.
75.
[28] Véase, Ibidem, p. 57-59.
[29] [Anexo], Córdova, Arnaldo, Op.
cit., p. 435.
[30] Ibidem, p.437.
[31] “…bajo el manto de la libertad (de trabajo), en realidad lo que hace
es legitimar la explotación de la fuerza del trabajo…” Lóyzaga de la Cueva , Octavio F., Esencia, apariencia y uso del Derecho del
Trabajo, UAM-A, México, 1982, p.64.
[32] El nuevo derecho mexicano del trabajo,
4º ed., Porrúa, México,
1977, p.65.
[33] ibid, p. 38.
[34] “…la corriente jacobina se cuestionó duramente la arbitrariedad del
poder ejecutivo (Carranza), sobre todo en la cuestión obrera…” Santos Azuela,
Héctor, El sindicalismo en México, Porrúa,
México, 1994.
[35] Citado por: De la Cueva ,
Mario, Op. cit., p.49.
[36] “Tras siete años de guerra
civil, mezclada con las maniobras imperialista, la triunfante coalición
Carranza- Obregón organiza, a través de la Constitución de
1917, un nuevo modelo capitalista, que
es expresión formal del pacto social, que imponen las condiciones creadas por
la revolución.” Leal, Juan Felipe, México:
Estado, burocracia y sindicatos, El caballito, México, 1975, p.74.
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