El texto consta de nueve capítulos,
donde el autor nos narra el último asunto penal que asesoró y representó. La
riqueza del texto además del interesante asunto son las reflexiones que realiza
el autor en torno a las dificultades que tiene un abogado penalista frente al
sistema de justicia y los órganos de persecución e investigación penal.
Antes de cada capítulo el autor otorga al lector citas de clásicos de la
literatura mundial acorde al contenido del mismo. Debo confesar que el texto
más allá de pretensión académica alguna,
es un texto ligero que bien podría entrar en el género de novela.
Se inicia con “el defensor”.
Jesús nos cuenta como recibe un correo electrónico y una llamada donde le
solicitan tomar un caso de una maestra que se encuentra presa en el Estado de
Chihuahua. El delito, homicidio. El asunto se encuentra ya con sentencia
dictada y es condenatoria. La pena son cincuenta años. La reflexión que toma el
autor es decidir si tomar o no el caso. Las razones son lo avanzado del asunto
y la complejidad de ser un caso que se tramita en otro Estado de la república.
Sin embargo, con una interesante opinión nos dice que ningún abogado penalista
puede ignorar a quien le pide auxilio, además de que su participación sería
solamente en la etapa de apelación, por ello, aceptó.
El segundo capítulo denominado “la defensa”, el autor nos narra un
diverso asunto, pero relacionado con el de Leticia, quien es su clienta. Se
trata de la sentencia de Freddy quien es sentenciado por el homicidio de Mario
esposo de Leticia. Lo que llama la atención de este asunto es que a pesar de
encontrarse confeso y con pruebas en su contra, acude al recurso de casación
para impugnar la agraviante de retribución, toda vez que acorde a la acusación
del Ministerio Público se le acusaba que el motivo del homicidio de Mario fue
el pago que supuestamente le había dado la señora Leticia. El resultado fue la
modificación de la condena, al declararse fundado su agravio y señalar que no
había pruebas suficientes desahogadas en el juicio oral que pudiera señalar que
había sido contratado por la señora Leticia para realizar el homicidio de
Mario, aun cuando el Tribunal de apelación señalaba que no se había indicado el
motivo.
El tercer capítulo denominado “agravios”, el autor nos describe los
argumentos que expondrá en el recurso de casación, que fundamentalmente es la
incongruencia y falta de lógica derivada de la modificación de agravante en contra
del señor Fredy por el homicidio calificado en retribución que relacionaba a la
señora Leticia.
En los siguientes capítulos cuarto y quinto, se narra desde el crimen
cometido consistente en el homicidio de Mario realizado por Fredy y otras tres
personas, así como en la investigación basada en el hallazgo de las evidencias
en contra de Fredy.
El capítulo sexto el autor nos narra la vida de Leticia, las peripecias
que tuvo que pasar para salir del pueblo donde vivía en búsqueda de adquirir
conocimientos universitarios, los esfuerzos realizados para conseguir clases
como maestra, así como la relación con Mario.
El séptimo capítulo denominado “el proceso contra Leticia” es
enriquecedor, nos narra los esfuerzos de Leticia porque se le haga justicia,
hasta el grado de ofrecerle dinero a los Agentes del Ministerio Público del
fuero común, y cómo éstos posteriormente le exigieron un pago de cincuenta mil
pesos para imponerle la pena mayor a Fredy. Pero quizá la más interesante
descripción fue que por no realizar dicho pago dichos “servidores públicos”
ejercieron en represalia una investigación en contra de Leticia, hasta el grado
de lograr su imputación y vinculación a proceso, con la construcción de
pruebas.
El octavo capítulo denominado “Il gattopardo”, nos muestra la travesía
que tiene que pasar un abogado y su defendido para lograr que su asunto se
resuelva en una sala de apelación. En especial, la insensibilidad que tienen
algunos magistrados que ven el análisis de las sentencias como trámites
administrativos, además como las debilidades de un sistema de justicia oral
incipiente donde en apariencia cambió el sistema al procedimiento oral, empero,
se siguen manteniendo las nocivas prácticas de un estudio superficial de lo “escrito”,
especialmente porque las audiencias en esta etapa son simples simulaciones al
prevalecer la versión escrita de sentencia. Pero sobre todo las abiertas
dilaciones y los procedimientos que tiene que hacer un abogado en extremo para
lograr solamente el ser escuchado. También nos narra las malas condiciones que
tiene una persona interna en un centro de reclusión, y las desigualdades que
sufren las internas basadas en un sistema económico encubierto del modelo
penitenciario.
El noveno capítulo, denominado “la audiencia” concluye con el relato,
que afortunadamente termina con un resultado positivo, describiéndonos el autor
el contexto, los nervios y los escenarios que vive un abogado que debe
concentrar toda su energía y habilidad en una audiencia, donde se juega la
importancia de la libertad de una persona.
Por último, como epílogo se atan los “cabos
sueltos” pero ya no del drama del juicio sino la verdad material que
generalmente no es “vista” por la justicia legal. Lo anterior, porque a lo
largo del relato no queda claro el por qué Fredy asesino a Mario, es decir, los
motivos o razones ya que era su trabajador, le daba vivienda y tenían buen
trato. Pero la razón real solo podrán obtenerla al leer tan ligera y
entretenida novela.