La novela expone la
experiencia de cinco jóvenes militantes del partido comunista que son
trasladados a las Islas Marías, centro de reclusión del Estado Mexicano. Nos
narra con precisión las violaciones que sufren los detenidos, todos dentro de
la cajuela de un auto, sin orden escrita como tampoco información de hacia
dónde se dirigen. La historia se basa en Ernesto, Marcos, Prudencio, Santos y
Rosario, ésta última una fémina agraciada que despertó admiración profunda de
sus compañeros así como inquietudes dentro del penal.
El camino a las Islas Marías[1] es
largo, los personajes tienen que viajar en automóvil, tren y barco. El viaje en
el ferrocarril resulta de trascendencia para Rosario, quien recuerda su cruda
niñez al ser adoptada por su tía, quien jamás la quiso pues era el fruto de una
frustración de adolescencia, al estar enamorada del novio y después esposo del
marido de su hermana, quien fallece, quedando al cuidado de su padre y tía. Entre
reflexiones de Rosario respecto de su niñez se atravesaron una vieja aventura
con un casado que terminó en un aborto provocado por una comadrona que trajo su
tía Cleotilde, sin el consentimiento de Rosario; así como una serie de reflexiones
sobre las Islas Marías de carácter filosófico desde su naturaleza hasta los
habitantes de la misma, todo ello mientras la autoridad ejecuta a “Gallegos” un
asesino indignado por la detención de los “comunistas”, a quien le aplican la
Ley Fuga.[2]
Al encontrarse arriba del barco notaron la
presencia del “chato”, quien era un criminal que también se dirigía hacia las
Islas pero desprendía de su actuar cierto liderazgo e inteligencia, se acerca a
los “comunistas” con la intención de entablar cierta relación con éstos,
especialmente le sorprendió la actitud de “Gallegos” de regalarles monedas sin
ninguna razón más que la apelación realizada por el asesino, quien confesó ser
un criminal y justificar el hecho de su detención, empero, cuestionar con
cierta moral crítica la injustificada detención de los “comunistas”.
Rosario al transportarse en la embarcación hacia
las Islas Marías conoce a dos mujeres. Estrella y Soledad Buendía (Chole), la
primera con un aire de perversidad y coquetería, la segunda tímida y con
sentimiento de culpa exteriorizado. En esencia, dichas mujeres fueron ubicadas
en un camarote especial, aunque con una sola cama. Estrella señaló que ella
dormiría en la cama con Rosario, pues desconfiaba de Soledad por su preferencia
hacia el mismo sexo.
Al llegar a las Islas Marías, todos los
comunistas encontraron un sitio como cualquier lugar de gobierno donde se
respiraba un aire de sumisión institucional, alimentada por la ambición de
todos los habitantes de conseguir, ya sea una comisión o un puesto mejor,
dependiendo la calidad de sujeto y su estatus legal.
Ahí conocieron al Miles, quien tenía a pesar
de su tez blanca, era un hombre de estructura negra, no solo por esa cara
gruesa y tosca, sino fundamentalmente por la extraordinaria fuerza que tenía.
Éste soñaba con el muelle de San Blas, aquel lugar donde recorría el “Miles”
amores y negocios hasta antes de su detención.
El
director del lugar, era un hombre promedio aunque con un ligero aire “semibohemio”
casi estilo intelectual, de aquellos que realizan doble carrera, por un lado
licenciados meteóricos y por otro poetas malos, que dedican sus obras a
funcionarios, ministros, políticos y son catalogados como hombres de letras,
aunque no los lean.
El director condenó a los comunistas por
sus ideas, les dijo que México era un país sui generis que no se parecía a
Rusia, y por ende, sus teorías extranjeras no debían pretender ser aplicadas en
México, por lo que les sugirió leyeran sus textos porque él explicaba la
naturaleza mexicana.
Después conocieron al encargado del lugar
el subteniente Smith, quien era un hombre siniestros con aparatos ortopédicos y
con una dicción terrible, éste inmediatamente se enamoró de Rosario y sugirió
que le ayudara en las labores de su hogar así como ser su secretaria, sería
apoyada por Soledad quien secretamente se enamoró de Rosario y pasará una serie
de ilusiones en torno a su relación con ésta.
La Isla estaba dividida en la zona
habitacional y el Arroyo Hondo, sitio de
castigo para los presos que se portaban mal. Un lugar con más fango que suelo.
Ahí trabajaban inhumanamente los presos, fue el sitio donde llevaron a trabajar
a los comunistas, donde encontraran la amistad sincera, la muerte y la
enfermedad de otros presos.
Esta es solo una muestra de la forma en que
se vive en las Islas Marías bajo la óptica del maestro José Revueltas, que
indudablemente se invita a leer, por tanto, no reveló en final pues éste es una
constante de sorpresas humanas. Totalmente recomendable
[1]
Son tres Islas principales: María Madre, María Magdalena y María Cleofas, y se
ubican en Océano Pacífico cerca del Estado de Nayarit.
[2]
La Ley fuga era una estrategia de la milicia y los centros penitenciarios,
donde voluntariamente dejaban aparentemente escapar a un reo, para después
dispararle a discreción. Un homicidio velado bajo el manto del orden.